lunes, 14 de noviembre de 2011

Y el lobo se quedó sin dientes

Llega el momento.
Era inevitable que se hiciera deseado. Ansiado en ocasiones.
Horas y horas y más horas de debate interno.
De conversaciones sin palabras que aclararan todo este desorden que empieza a ser agobiante. No importa que llueva o que haga el sol más caluroso de la historia, todo tiene que comenzar con nuevos zapatos. Con una sola mirada fijada en nada en concreto pero abarcando todo el campo de visión posible.
Dejando que la partitura se escriba sola pero ayudando a que no se estanquen las notas en pentagramas ajenos. Dejar que la canción se repita siempre y cuando no estropee el resto del disco.

No importa el color de las uñas, ni lo fuerte que respire hoy.

Ni tan siquiera importan los momentos perdidos. No importa cuanto me cabree con desconocidos que me dan igual. Nada importa lo suficiente.

*No importa que camino seguir, siempre y cuando yo haya elegido seguirlo.*

Me siento rara

1 comentario:

  1. adoro tu conclusión final. digan lo que digan, tenemos la última palabra sobre nuestro destino.


    Te quiero

    ResponderEliminar